Antonio Santamaría| El hombre afortunado
Entrevista de María Gil, Academia de Cine Español
Homenaje a los profesionales | A la sombra de las películas
19 noviembre, 2021
Por el primer storyboard que hizo le pagaron con dos botellas de vino. Fue un favor a un amigo que estudiaba en la ESCAC y abordaba su corto de final de carrera. 26 años después de este primer y fortuito contacto con la profesión, Antonio Santamaría atesora casi tres décadas trabajando en cine, televisión y publicidad, dentro y fuera de nuestras fronteras como storyboard artist, término anglosajón por el que tiene predilección, porque resalta la parte artística de esta labor.
“Somos contadores de historias de manera visual. Estamos al principio de esa creación, poniendo imágenes a lo que lo que el director y el guionista tienen en la cabeza. Es como una maqueta para el equipo”, explica este profesional, que detalla las particularidades de estas obras. “No es un dibujo acabado, como el de un cómic o un libro ilustrado. Es parte de un proceso. Tiene otro valor que es llevarlo a un arte final que es una película”, expone.
El fragmento de animación en Frágiles, de Jaume Balagueró; los largometrajes de animación Donkey Xote, Justin y la espada del valor; el cortometraje que llegó a la shortlist de los Oscar La caída de la casa Usher, series como Winx Club, Angry Birds o la recientemente estrenada Memorias de Idhún, entre otros títulos, han contado con los storyboards de Santamaría, que fue nominado en los Premios Annie de Animación por su trabajo en Extraordinary Tales, el filme del animador y director Raúl García, a quien considera “mi mentor” y con el que sigue colaborando en numerosos proyectos.
“A pesar de que trabajas para otros, siempre aportas cosas tuyas. Suelo ser muy creativo con mis storyboards”, afirma el badalonés, en quien han confiado nombres de la animación española como Manuel Sicilia y Maite Ruiz de Austri. Aunque tradicionalmente “nuestro arte siempre se queda en el estudio”, reconoce que con la llegada de internet y la difusión de concept arts y storyboards entre los fans de determinadas producciones se conoce más este oficio, indispensable en animación y en aquellos filmes de acción real que tienen muchos efectos especiales generados por ordenador.
Entre los requisitos para ser un buen storyboard artist destaca “el conocimiento cinematográfico (lenguaje, composición, fotografía, iluminación); haber visto mucho cine y preguntarte por qué han hecho cada elección; saber dibujar desde cualquier perspectiva posible; ser rápido y resolutivo y que con cuatro trazos, sintetizando, puedas llegar a dar toda esa información”.
Cree que su labor no ha cambiado en la esencia, pero que en la tecnología sí se ha transformado radicalmente en las últimas décadas. “Yo empecé dibujando en papel y lápiz, con una mesa de luz y fotocopiando. Hoy trabajamos en digital con tabletas gráficas y software y además las productoras acostumbran a pedirnos directamente la animática”, señala Santamaría, que desde su estudio en su casa de Barcelona ha participado en numerosos proyectos internacionales –especialmente para Italia–, en un sector muy acostumbrado a trabajar en remoto y que define como “individual, pero no solitario”.
Actualmente está inmerso en Pobre diablo, primera serie de animación para adultos de HBO Max España, que desarrolla el estudio Rokyn Animation. “Los storyboards para Netflix y HBO están igual de cuidados que si fueran para cine”, confirma Santamaría, que compagina esta labor con la de docente, donde ha advertido que cada vez se da más espacio al storyboard en la formación de animación, videojuegos y artes creativas.
Al futuro le pide “que cada día que me levante a trabajar tenga un proyecto delante para poder dibujar” y solo le queda un sueño pendiente “tener tiempo libre para desarrollar historias propias. Cuando me jubile lo haré”, bromea este profesional, que hizo una primera incursión con el libro ilustrado Papá, dibújame un cuento, dedicado a sus hijos.
El próximo lunes recibe un premio que interpreta como “un reconocimiento a la profesión. Me acordaré de todos los compañeros que no van a figurar ahí, pero que van a estar representados”. El Homenaje a los Profesionales le ha hecho mirar atrás y, curiosamente, el título de ese primer corto por el que le pagaron con vino se ha revelado profético: “Era L´home afortunat (el hombre afortunado), que es tal y como yo me siento 26 años después. Hemos llegado a esta estación de un largo viaje, que todavía queda por recorrer”.